12 de noviembre de 2014

Preludios del acero: Primera parte

Forjaz. Ciudad ancestral hogar de los enanos. Con la finalización de la guerra contra la horda de Garrosh, los tres clanes se habían unido y hecho más fuertes que nunca. Y aunque en los últimos meses la ciudad había estado en constante ebullición, ahora se mostraba más calmada, haciendo que las noches fuesen más tranquilas con el eventual repiqueteo del martillo y el sonido de las antorchas al arder. No era el caso del barrio militar. Desde que se llevó a Garrosh al continente de Pandaria, varios reclutas de diferentes razas eran instruidos por un imponente enano hierro negro. No muy lejos de allí, en un balcón que daba a la plaza central, un gnomo observaba con detenimiento la insistencia de aquel enano en sus jóvenes soldados.
-¡De aquí nadie se marcha esta noche hasta que consigáis hacer un bloqueo en condiciones!- Gritó.
La reacción desalentadora de todos los reclutas hizo que aquel gnomo sonriese levemente y se apoyase con los brazos en aquel balcón de piedra. Pero al momento, una luz pulsante le sacó de su estupor, haciéndole girar y mirar hacia el interior del edificio. El Pal-N-Tir, un artilugio de comunicación mágica que mezclaba ingeniería y poder arcano por igual, brillaba con fuerza.

-¿Grofnik? ¿Grofnik, estás ahí? -Dijo una voz a través del artilugio.
-Buenos días señor administrador -Contestó el gnomo apretando un par de botones. -¿Qué tal su viaje por Pandaria?
-Estupendamente Grofnik. La verdad que todo lo que se ha contado de este continente se queda corto con la realidad.
-¿Y el juicio de Garrosh? Espero que todo esté transcurriendo con tranquilidad - Aseveró.
-Sin ningún problema. La protección brindada por los pandaren está siendo muy rigurosa, y aunque ha habido algún percance, no creo que pueda ocurrir nada serio. Pero basta de hablar de mí. ¿Qué tal todo por allí? ¿El señor Forjaoscura está siendo demasiado exigente con los nuevos?
-Los reclutas están respondiendo a las mil maravillas.- Sonrió el gnomo mientras decía esto, recordando el entrenamiento de esta noche.- Creo que cuando terminen el entrenamiento, serán capaces de equipararse a las tropas regulares de la Alianza.
-Que sean iguales o no a las tropas de la Alianza me da un poco igual, con tal de que sepan proteger enclaves y dar cobertura a nuestra gente.- Sentenció con firmeza.- No quiero que vuelva a pasar como lo de aquel monje de Elune en el risco de sierra espolón. Sólo me estremezco de pensar en la muerte que tuvo a manos de esos centauros.
-Pues la verdad señor, yo me estremezco más pensando en sus familiares y en la presión que ejercieron para que les devolviésemos el cuerpo. Espero que no se diesen cuenta de que no todas las partes eran de elfo nocturno...

Tras decir esto último, se produjo un silencio incómodo en el aparato.

-Bueno, volviendo a cambiar un poco de tema. ¿Qué tal nuestro proyecto? -Dijo el administrador entre una leve estática.
-Viento en popa señor, y nunca mejor dicho. El nuevo barco, aunque suponga un gran gasto inicial, nos ahorrará el pago de muchos aranceles comerciales, y agilizará nuestro comercio de ultramar. Que por cierto, ¿ha pensado algún nombre para el buque?
-Pues... Se que me vas a poner mala cara, pero había pensado en un nombre relacionado con... bueno. Ya sabes. -Contestó con voz dubitativa.
-Con el debido respeto señor, se la devoción que siente usted por esa mujer, pero si ponemos al barco el nombre de Ungaia, habrá fuego y dolor. Mucho dolor. -Contestó algo airado el gnomo.
-No seas tan exagerado. -Contestó entre risas- Ya no es como tú dices. Hace tiempo que ha aprendido a controlar su rabia y ahora es muy estable. Pero si quieres, puedo dejarte a tí elegir el nombre, que se que tienes mejor ojo para ests cosas.

El gnomo, que aunque parecía irritado por estos comentarios, se calmó levemente al escuchar esto último. No sabía si era cierto o no el hecho de que tuviese buen ojo poniendo nombres. Pero algo si que era seguro. Le encantaba.


-Bueno, pero eso no va a hacer que me olvide de mi preciosa melena y de cómo esa mujer loca me produjo esta quemadura.- Dijo mientras se acariciaba la calva.- Que por cierto, ¿Se puede saber dónde está ahora mismo? Las cortes de Ventormenta están pidiendo su audiencia, y yo ya no sé qué hacer ni decir. Lo último que supe fue que finalizado su servicio obligatorio en Pandaria, usted le dió unas vacaciones pagadas.
-¿Otra vez? ¿Qué demonios quieres ahora? -Dijo claramente cabreado el administrador.
-Por lo que sé, el tribunal de la Alianza considera saldada su deuda. Pero no se a quién ha cabreado esa mujer para que la corte de Ventormenta siga insistiendo.
-Intenta averiguar lo que puedas y consígueme tiempo. Yo me encargaré de llevar a Ungaia a la ciudad. Pero sobre todo, saca información sobre quién está detrás de todo esto.
-Intentaré lo que pueda señor, pero no prometo nada. Cada vez que hablo con esos dichosos nobles, me dan ganas de lanzarles a la cara nuestro prototipo de bomba araña.
-Se que harás lo mejor para La Corporación.- Dijo el administrador riéndose por el último comentario del gnomo.- Y ahora si me disculpas, van a empezar a servir la cena, y no quiero perdérmela. Buenas noches Grofnik.
-Buenas noches señor administrador.

El artilugio poco a poco dejó de hacer ruido mientras el gnomo hacía lista de todo lo que tenía que hacer para el día siguiente, agobiándose de sólo pensarlo. -¡Más alto! ¡Más alto!- Se escuchó una voz gritar desde fuera, lo cual hizo otra vez sonreir a Grofnik. Su noche era dura, pero ahí fuera había un grupo de muchachos que estaban pasándolo aun peor...

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