12 de noviembre de 2014

Preludios del acero: Seguda parte

Las costas de Tanaris brillaban bajo la luz de un sol que parecía que no iba a acabar nunca. Gadgetzan, que ahora gozaba de puerto y de un maravilloso servicio turístico de sol y playa, estaba bulliciosa, con diferentes goblins de un lado para otro. En cambio, un poco más alejado de la ciudad, una pequeña sombrilla resaltaba sobre el color blanquecino de la costa. Allí, una humana de piel nacarada en bikini, permanecía tumbada boca abajo en una tumbona mientras un góblin le traía manjares en una bandeja metálica.

-Señora del fuego, aquí tiene su coktail de frutas.- Ofreció un goblin enseñando sus dientes afilados.
-Gracias Gazlit. La señora del fuego se siente muy complacida.- Dijo con soberbia mientras daba una moneda de oro como propina.- Por cierto, hazme un favor cuando vuelvas a la ciudad y dile a Zirig que necesito sus servicios.
-Por supuesto mi señora.- Contestó mientras dejaba la bebida en una mesita auxiliar al lado de la tumbona en la que estaba tomando el sol aquella humana.

Los pasos de aquel goblin se alejaron y Ungaia sonrió mientras daba un sorbo a su coktail. Era un día magnífico y no parecía que fuese a empeorar de ningún modo. Así que cerró los ojos y se relajó escuchando el ir y venir de las olas. Pasado un rato, unos pasos se escucharon acercarse desde el asentamiento.

-Oh Zirig. La señora del fuego necesita tus habilidosas manos. Échame esa crema tan maravillosa para que no pueda quemarme y quizás te ganes una moneda de oro.- Dijo mientras se desabrochaba la parte de atrás del bikini.
-Creo que la "señora del fuego" va a tener que esperar o conformarse conmigo.-Contestó una voz burlona pero familiar.

La muchacha, que se había girado para mirar al recien llegado, se tapaba el sol de la cara con la mano.

-Vaya vaya... señor administrador. ¿Qué te ha traido a este lugar tan paradisíaco? ¿Quizás quieras unirte a mi en este día tan soleado y tranquilo? ¿O has venido para soltarme un sermón relacionado con el trabajo?-Dijo de manera jocosa.
-Pues tristemente me temo que va a ser lo tercero.-continuó sonriendo.- He hablado con los empleado de La Corporación en nuestro puesto comercial en Gadgetzan y veo que te estás gastando bastante bien el dinero que te dí para tomarte tus vacaciones.
-¡Oooh venga! ¡Tu me dijiste que me gastase ese dinero como quisiese, siempre y cuando fuese para mis vacaciones!
-Si, pero es que no llevas ni diez días y te has gastado casi mil monedas de oro. ¿Acaso no ves que esos goblins te están haciendo la pelota y estafando para que les des más dinero? ¿Qué imagen piensas dar de La Corporación así?
-Una imagen muy lucrativa.- Sentenció mientras volvía a apoyar la cabeza en la tumbona sonriente.- Pero dime. ¿Para qué has venido?, porque se que no estás aquí para hablar del dinero que me he gastado.

El hombre, que permanecía en pié junto a la muchacha, se giró y comenzó a hablar de manera más seria.


-Al parecer las cortes de Ventormenta quieren abrir un juicio contra tí por algo que hiciste en el pasado. No se que has hecho Ungaia, pero necesito solucionar esto y poder acabar con todo de una vez por todas.
-¿No se supone que para eso he estado haciendo el idiota en Pandaria? -dijo claramente molesta.
-Si, y el consejo de la Alianza da por zanjada tu deuda.
-¿Entonces?
-Pues para eso estoy aquí.- contestó con más tranquilidad.- Al parecer te quieren acusar de varias cosas. Entre ellas atentar contra la seguridad de Ventormenta, destrozo de complejos de la corona y alta traición.
-Pero todo eso se refiere a la fuga del complejo de aislamiento, que se supone vosotros solucionasteis contando la historia del martillo crepuscular y todo eso, ¿No? Dime por favor que no han descubierto que fuisteis vosotros los que me sacasteis de allí.
-No no, tranquila. -Se volvió para mirar a Ungaia.- Quieren volver a acusarte de eso, pero no van a conseguir nada por ahí. Lo que me preocupa es lo de "Alta traición". He estado leyendo el informe de Grofnik, y al parecer te quieren acusar de haber matado a un noble años atrás. Dime por favor, ¿eso es cierto?

La cara del administrador mostraba verdadera preocupación. Pero la muchacha no sabía qué responder.

-Pues... no lo sé. -dijo Ungaia de manera dubitativa.
-¿Te suena el nombre de Lord Baurles K. Wishock? Porque su hijo, de mismo nombre, te acusa de haber matado a su padre envenenándolo con una bebida.
-Que familia más original...
-Ungaia por favor, necesito que te tomes esto en serio.
-Pues si él dice que lo hice, puede que lo hiciese. ¿Qué más da? -Contestó mientras hacía un gesto con la mano para que el administrador se girase y poder levantarse y así ponerse algo que le cubriese.

Girándose, el administrador, que claramente estaba cada vez más irritado, observó en el horizonte de Tanaris como el tiempo comenzaba a empeorar. Una tormenta de arena se estaba formando en el desierto y no tardaría mucho en llegar a su posición.

-¿Es que no te das cuenta? ¡Te están acusando de algo muy serio y tu te lo tomas como si no fuese nada! ¡Podrían encerrarte de por vida! O peor aun... ¡Podrían sentenciarte a muerte! ¿Quieres tomártelo esto como una persona adulta?
-¡Ya me lo estoy tomando de manera seria!-Gritó enfurecida y con los puños apretados.

El administrador, que sentía que se había pasado en sus comentarios se giró levemente para observar a Ungaia. Estaba dándole la espalda con una toga sujeta con rabia entre las manos. Sólo la había visto una vez con la espalda desnuda, y aunque aquel momento fue terrible, ahora no era menos. Cicatrices de latigazos y una terrible marca de quemadura ocupaba la mayor parte de su cuerpo. A veces se olvidaba de lo que había pasado esa muchacha e intentó relajar el tono.

-Ungaia yo... lo siento. Sólo me preocupo por tí. Me dolería enormemente si te volviese a pasar algo. Te tengo demasiado aprecio como para que sea así...

Pasaron unos segundos en silencio y la muchacha se tornó más relajada, como si el peligro ya hubiese pasado, poniéndose la toga por encima.

-Muy bien, iremos a Ventormenta y haremos lo que tu quieras. -Dijo Ungaia derrotada.- Pero antes, cenaremos en Gadgetzan. Tengo encargada una langosta pinzaoscura y me apetece tener otra compañía que unos goblins pelotas.

Ungaia sonrió levemente y el administrador asintió satisfecho sin querer preguntar cuánto le costó.

-Después de tí, "señora del fuego". -Dijo reverenciando leve y cojosamente mientras dejaba pasar a Ungaia delante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario