29 de julio de 2012

Leyendas Trol: La caida de Gurubashi

Adaptación de antiguas tablillas trol
Ruinas de Zul'Kunda - Norte de Tuercespina

Alzándose desde el mar como un torrente de agua, Neptulon envió a los grandes Krakens para condenar a I'lalai. Tan grande era su tamaño que selvas enteras de algas se balanceaban entre sus miembros y flotaban entre sus cuerpos.

El colosal Kraken levantó sus brazos en alto y los estrelló en el mar, enviando olas y rabia hacia I'lalai. El Kraken rugió, y su voz retumbó como una tormenta marina:

"Venimos..."

Min'loth, permaneció fime y extendió su magia. Las olas enviadas a I'lalai se separaron y se estrellaron a ambos lados, inundándose la selva de más allá. Después Min'loth ordenó a sus sacerdotes que cantasen un hechizo de enlace, y un estruendo resonó como docenas de voces de trols levantándose.

Y una voz resonó sobre el resto. Min'loth rugió y su magia se unió con el poder del hechizos de sus sacerdotes, lanzándolo contra el Kraken que se aproximaba.

Los mares se separaron y el hechizo de Min'loth fue a toda velocidad hacia el siervo de Neptulon. Un rayo rasgó el cielo y el hechizo le gopeó, y un millar de descargas cayeron, haciendo hervir el agua y creando cráteres en la tierra.

Min'loth grito en señal de triunfo, sabiendo que su hechizo habría doblegado a la gran bestia.

Pero los Krakens son viejos, muy viejos. Recuerdan cuando la tierra nacio del mar. Recuerdan cuando los dioses antiguos mandaban y cuando los viajeros llegaron y les derrotaron. Recuerdan cuando la magia era algo nuevo. Son viejos y guardan muchos secretos. Y aunque el hechizo de Min'loth era poderoso, como los trols, era mortal. Y por eso falló.

No pudo doblegar al Kraken, pero le enfureció. En eones ningún mortal les causó dolor, y el hechizo de aquel trol fue doloroso. Y tras deshacerse del hechizo de Min'loth rugió y golpeó el mar con furia.

Un estruendo fue escuchado como grandes ondas que subían desde las profundidades hacia la tierra. Cuando alcanzaron I'lalai una sombra inundó  la ciudad. Pero antes de destruirla, el Kraken las detuvo en el sitio.

Los sacerdotes se estremecieron y lloraron a su maestro. Min'loth contemplaba las montañas de agua, terroríficas y desafiantes. Se giró a sus sirvientes y les susurró, y los trols grabaron en piedra sus últimas palabras. Después, Min'loth observó al inminente kraken.

Hizo una mueca y lanzó su bastón en un último acto audaz. El Kraken se inclinó y descargó su furia sobre Mon'loth, y un océano de agua cayó sobre I'lalai.

Y dejó de existir.

Entonces las aguas cayeron sobre la selva, limpiando todo lo que ellos conocían. Trols y bestias gritaron cuando las aguas les golpearon y hasta que finalmente se ahogaron.

Muchos Gurubashi se preguntaron por qué el mar se los tragó, pero murieron sin saber la razón.

Finalmente, cuando las aguas llegaron a las montañas, pararon. Aplacadas, se retiraron a la costa, dejando un rastro de muerte. Se retiraron, pero permanecieron en torno a I'lalai, hundiéndola para siempre.

Y el jefe Var'gazul, a salvo detrás de las montañas en Zul'Gurub, salió a la selva y no encontró ni rastro de su pueblo. Y se desesperó, porque sus sueños de conquista fueron frustrados.

Y nunca se encontró a Min'loth la serpiente.

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